Integrar prácticas de mindfulness en tu rutina académica te ayuda a reducir el estrés, mejorar la concentración y fortalecer la memoria de trabajo.
- Meditación de respiración consciente: Siéntate con la espalda recta, cierra los ojos y enfócate en tu respiración durante 3–5 minutos. Observa cada inhalación y exhalación sin juzgar.
- Escaneo corporal rápido: Dedica 2 minutos a recorrer mentalmente tu cuerpo, desde los pies hasta la cabeza, identificando y liberando tensiones.
- Pausa sensorial: Durante el estudio, haz una pausa de 1 minuto para observar los sonidos, olores y sensaciones a tu alrededor. Esta práctica recarga tu atención.
- Ejercicio de gratitud académica: Al terminar tu sesión de estudio, anota en un cuaderno una cosa que agradeces haber aprendido. Refuerza la conexión positiva con el aprendizaje.
Estas técnicas breves se pueden realizar entre clases o durante descansos, convirtiéndose en micro‑hábitos que mejoran tu bienestar y rendimiento.




